domingo, 14 de octubre de 2007

Comunicación, cooperación y educación

Luis Bruzón, licenciado en periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y experto en el ámbito de la comunicación y la cooperación, ofreció una interesante charla el pasado martes 9 de octubre en nuestra clase. La intención era darnos a conocer qué es la COOPERACIÓN y el papel de los colaboradores en las labores de ayuda. Tal y como dijo, cooperar es “intervenir en un área geográfica y mejorar las situaciones desfavorables”, y no simplemente dando recursos, sino dando “capacidades para que la gente organice y gestione su propio desarrollo”. Entre estas capacidades reside una de gran valor para cualquier sociedad: la comunicación.

El periodista nos explicó la situación en que se encuentran aquellos países en vías de desarrollo, especialmente en el que él vive y coopera actualmente: Guatemala, un país recién salido de una guerra que duró 36 años (de 1960 a 1996), con muchas tensiones que lo llevan a estar en una situación de incertidumbre y en continuo peligro de golpe de estado. Bruzón nos habló de que, gracias en gran parte a la cooperación de diversos países y entidades, Guatemala firmó en 1996 los Acuerdos de Paz con la intención de reestructurar Guatemala basándose en la idea de una sociedad multicultural con los mismos derechos para todos. Bajo mi punto de vista, la importancia no reside meramente en el documento, sino en la intención de poner esta teoría en práctica. Del mismo modo, actualmente existe un proyecto de cooperación internacional y europea que insiste en la reforma de la justicia, la descentralización del poder en la capital, la participación ciudadana y la lucha contra la exclusión de las mujeres.

En un país con grandes diferencias económicas, sociales y culturales (existen 25 culturas, agrupadas en cuatro grupos culturales) y con la situación antes descrita, reside la necesidad y la importancia de la comunicación. La garantía de la estabilidad debe ser la comprensión, lo que precisa necesariamente una buena COMUNICACIÓN. Aun así, no debe confundirse la comunicación con la información (también necesaria), pues ésta última, generalmente, no da pie a una respuesta, mientras que la comunicación precisa un DIALOGO, que se producirá cuando se dejen de lado los miedos a expresarse, a hablar y opinar libremente sobre cualquier cuestión (en lo que se trabaja desde hace años).

En mi opinión, y pese a que no lo dijese explícitamente en su charla, a partir de aquí Luis Bruzón quería que nos diésemos cuenta por nosotros mismos de que aquí comenzaba quizá una de las más importantes labores de cooperación: la de educar, EDUCAR en términos sociales. La educación sobre la comunicación, el saber escuchar y el aprender a dialogar es el más importante aprendizaje que una persona, comunidad o país pueda recibir, pues éste se reflejará en su vida social, es una gran herramienta para cambiar su realidad.

Mi pregunta o reflexión sobre esto es: ¿cuántos de los alumnos habíamos pensado antes en educación en estos términos? Yo, por lo menos, al escoger la asignatura, la planteaba básicamente como la relación entre la comunicación y el aprendizaje de los niños y jóvenes, sin darme cuenta de que la estaba limitando profundamente, sin entender que había reducido el significado de la palabra a una ínfima parte de lo que es. No lo había planteado, hasta el momento, como la educación de toda una sociedad. Es sorprendente cómo una sola clase, una charla o incluso escribir esto para mi blog me ha hecho plantearme que el mundo es mucho más grande de lo que apreciamos, tiene muchos más problemas de los que creemos y que cada uno de ellos merece nuestra atención.
Además, ya que he aprendido que se puede “educar” en muchos sentidos, creo que debo hacer una crítica a toda la sociedad occidental (en la que me incluyo).
¿Dónde se encuentra el desarrollo si no somos capaces de mirar más allá de nosotros mismos? En este sentido, necesitamos educarnos. Así como en Guatemala se necesita educar en lo referido a la comunicación, en nuestra sociedad se precisa una educación que yo denominaría “educación para la cooperación”, una educación de tipo humanitaria; nuestra sociedad necesita aprender a dejar el egoísmo a un lado y ayudar, debemos aprender a poner en práctica aquello a lo que llamamos justicia. Espero que, cualquiera que lea esto, reflexione sobre esta cuestión: ¿necesita nuestra sociedad una educación de tipo humanitaria?

Sea como sea, deberíamos dar las gracias a todos los cooperantes que velan por conseguir un mundo más justo e igualitario para todos.

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